El Adviento es uno de los momentos más significativos del año para la comunidad educativa Marista. Más allá de ser un periodo litúrgico, es una invitación a detenernos, mirar hacia dentro y prepararnos espiritualmente para el nacimiento de Jesús. En el Colegio México Roma, este tiempo se vive como una oportunidad para fortalecer los valores que dan identidad a nuestra misión educativa y que acompañan el crecimiento integral de nuestros estudiantes.
Un camino de espera activa y esperanza
El Adviento no es solo una cuenta regresiva hacia la Navidad. Es un tiempo de esperanza consciente, un recordatorio de que cada persona puede renovar su corazón para recibir luz, paz y propósito. En nuestra comunidad escolar, buscamos que los estudiantes descubran el significado de esta espera activa: aprender a reconocer lo bueno que ya existe en sus vidas y prepararse para lo que está por venir.
Al encender cada vela de la corona de Adviento, reflexionamos sobre aquello que deseamos cultivar en el aula, en casa y en nuestras relaciones diarias: paz, amor, alegría y esperanza. Estos valores, tan propios del espíritu Marista, se convierten en guía para nuestros estudiantes durante este periodo y a lo largo de su formación.
Marcelino Champagnat: presencia, sencillez y servicio como camino
El legado de San Marcelino Champagnat, fundador de los Hermanos Maristas, está presente en cada actividad del Adviento en el Colegio México Roma. Su llamado a vivir con sencillez, espíritu de familia y amor al trabajo nos inspira a crear ambientes donde el aprendizaje se acompaña de presencia cercana, cuidado mutuo y una profunda sensibilidad humana.
Durante el Adviento, nuestros estudiantes participan en momentos de reflexión, oraciones guiadas y actividades solidarias que les permiten poner en práctica estos valores. La formación Marista entiende que la educación no se limita al conocimiento académico: también se forma el corazón.
La fuerza de la comunidad: familias, estudiantes y educadores caminando juntos
En el Colegio México Roma, creemos que la educación se construye en comunidad. El Adviento se convierte en un tiempo privilegiado para fortalecer este lazo: estudiantes, docentes y familias comparten espacios de convivencia, diálogo y preparación espiritual.
Esta vivencia conjunta permite que nuestros alumnos se sientan acompañados y conectados con una comunidad que les ofrece no solo conocimientos, sino una formación con valores, fe y sentido humano.
Además, el ambiente cálido que caracteriza a nuestra escuela se intensifica durante estas semanas: los pasillos se llenan de símbolos que invitan a la reflexión, los grupos de primaria y secundaria trabajan en proyectos significativos y las familias encuentran un espacio para unirse en la preparación de este tiempo especial.
La presencia de María: modelo de fe y ternura
Como escuela Marista, miramos a María como compañera de camino. Su fe, su silencio contemplativo, su generosidad y su capacidad de escuchar son modelos que acompañan a nuestros estudiantes en este tiempo de preparación. Ella nos enseña a esperar con confianza y a recibir con amor aquello que llega a nuestra vida.
Invitar a los alumnos a caminar este tiempo de la mano de María les ayuda a desarrollar una espiritualidad sencilla, cercana y profundamente humana.
Un tiempo que transforma corazones
El Adviento nos recuerda que la transformación comienza dentro de cada persona. Cuando un estudiante aprende a esperar activamente, a ser agradecido, a reconocer a los demás, a trabajar por la paz y a vivir con esperanza, desarrolla herramientas valiosas para la vida.
En el Colegio México Roma creemos firmemente que educar es acompañar a cada niño y joven a descubrir su luz interior. Por eso, vivir el Adviento no es solo una tradición: es una experiencia que forma corazones empáticos, responsables y solidarios.
Un camino que fortalece nuestra misión educativa
El Adviento en el Colegio México Roma es una oportunidad para vivir el espíritu Marista desde la presencia diaria, el servicio y la sencillez. Es un tiempo donde la comunidad se une para crecer en valores que perduran más allá del aula.
A través de esta vivencia, nuestros estudiantes descubren que la educación que reciben no solo les prepara académicamente, sino que también les forma para ser personas con sentido humano, espiritual y social.